1916 -1920. 100 Años Después

JUAN DE CASTRO   ||   Montejaque   |   EL HACHO 36

Muchas veces nos sobresaltamos por cómo se está desarrollando la política estos años en España. Viajando un poco en el tiempo veremos que, más o menos, la historia se repite.

Acontecimientos como los ocurridos en aquel cuatrienio, al igual que en otros momentos de nuestra historia, son los que a los ciudadanos de a pie, especialmente sensibilizados con la llamada unidad nacional, deberían apelar para hablar de tú a tú con todos los ciudadanos de esta España nuestra que cantaba Cecilia. En especial los andaluces que se han sentido menospreciados por otros “nacionalistos” de otras regiones que creen ser, estar o tener un nivel alfa+ o factor Rh- como algunos catalanes o vascos.

Este cuatrienio se corresponde con el periodo en el que la restauración borbónica durante el reinado de Alfonso XIII comenzó, como solemos decir, a hacer aguas. La Restauración inició en 1874 una etapa de estabilidad política basada en un sistema monárquico con un modelo liberal del Estado que giraba en torno a cuatro principios: el Rey (monarquía constitucional), Cortes (formada por el Congreso de los Diputados y Senado), Constitución (de 1876) y Turno (sistema bipartidista en el que los dos grandes partidos, Liberal y Conservador, compartían una alternancia política pactada a fin de evitar gobiernos revolucionarios o extremistas formados por los pactos entre partidos minoritarios o regionalistas). Durante los primeros años se aprobaron leyes liberales sobre los derechos individuales, leyes como la de Asociaciones, libertad de prensa el sufragio universal, el jurado…, se redactó una nueva constitución, se legalizaron partidos de izquierdas, republicanos, independentistas y revolucionarios. Se modificó varias veces la ley electoral. Eran años de elecciones, de numerosas elecciones, tantas que el papel del monarca en la política se llegó a hacer cansino nombrando presidentes; veintiuna elecciones generales se convocaron en 49 años. Los gobiernos eran siempre liberales conservadores o liberales demócratas-progresistas, dos bloques constitucionalistas mayoritarios junto con una amalgama de partidos de todos los colores e ideologías (regionalistas, republicanos, independentistas, socialistas, radicales, tradicionalistas, etc).

En 1916, en el ecuador de la Primera Guerra Mundial, España todavía no se había repuesto totalmente de la pérdida de su influencia en ultramar, se sucedían levantamientos y protestas en el Protectorado de Marruecos, una monarquía constitucional que no terminaba de consolidarse porque los líderes políticos no eran capaces de ponerse de acuerdo y para colmo una crisis identitaria que promovió el “Ser de España” ante el inicio de una corriente llamada “Anti-España” que produjo malos resultados años más tarde.

1917 se inició como una continuación del anterior, pero con novedades. El marco internacional seguía complicado por el estado de guerra en toda Europa y la entrada de los Estados Unidos en la misma. En Rusia, el movimiento revolucionario derrocaba a los zares. La economía española crecía y la balanza comercial pasaba de estar en números rojos a tener un considerable superávit. La siderurgia vasca, la industria textil catalana, las exportaciones agrícolas y la industria de servicios adquieren unas cotas de negocio insospechadas tan solo unos años antes. Se produjo una escalada de precios, pero no así de los salarios. Mientras que los beneficios de los empresarios industriales y agrarios aumentaron descendió notablemente el nivel de vida de los trabajadores urbanos y de los jornaleros sin tierras. Se produjo una de las mayores redistribuciones de rentas a nivel nacional tanto entre clases sociales como entre las regiones. Se agravó el descontrol campo-ciudad y se inició el gran éxodo rural.

Este año se caracterizó por el año de los tres movimientos: militar, político y social. El primero, denominado “Juntas de Defensa”, que se iniciaba con reivindicaciones por la mejora salarial y la reestructuración jerárquica del ejército logrando movilizar a los militares con proclamas por la unidad nacional, la bandera y el honor. El movimiento político estaba representado por la Liga Regionalista que, aun teniendo el apoyo de poco más del 10% del Parlamento y pero con muchas discrepancias con el gobierno, convocaron la Asamblea de Parlamentarios de Barcelona pidiendo nuevas elecciones de cara a una nueva exigencia de organización del Estado. Los republicanos, socialistas y nacionalistas vascos y catalanes se unieron, el presidente del consejo de ministros declaró sediciosa la Asamblea, cerró periódicos y ocupó Barcelona con el ejército… Se suspendieron las garantías constitucionales. El tercer movimiento fue el desafío social que, para revindicar cambios que garantizasen el mínimo de condiciones de vida de las clases trabajadoras, convocó una huelga general revolucionaria provocando grandes enfrentamientos. No solo se utilizaron métodos pacíficos como la huelga sino también violentos como atentados que a veces eran indiscriminados. Tras unos meses de incertidumbre, el apoyo del ejército al gobierno y las fuertes represiones a los huelguistas, sobre todo en Cataluña y País Vasco, la Liga Regionalista con el temor de un desenlace trágico aceptó un gobierno de concentración nacional promovido por el rey que incluía a nacionalistas y con el compromiso de convocar nuevas elecciones.

Las elecciones de 1918 se producían en medio de una crisis política y social. Los dos grandes partidos estaban muy fraccionados, tres facciones en los conservadores y otras tres en los liberales, no existía una mayoría absoluta clara, se formaron dos grandes grupos de oposición a los partidos tradicionales: la Alianza de Izquierdas y la Liga Regionalista. Había problemas para formar gobierno y el rey reunió a los Partidos y amenazó con la abdicación si no lo se ponían de acuerdo. «Antes que Rey soy español; nada me importa la corona ante el bien de mi pueblo y, como éste parece imposible por diferencias de unos y otros, yo les afirmo que no he de presenciar su ruina».

Hubo dos gobiernos de concentración que fracasaron, se volvió al gobierno de turnos o de las facciones de los mismos, pero no se alcanzaba la estabilidad política. Desde 1914 no pudo ser aprobado ningún presupuesto por no haber mayorías dispuestas a ello. 1918 se destaca por el año de los nacionalismos.

Se inició con fuerza un movimiento catalanista en favor de la concesión de un Estatuto de Autonomía para Cataluña apoyado por la Liga Regionalista y otros partidos nacionalistas catalanes. Se presentó el proyecto en las cortes a final de año y se provocó una fuerte campaña contra el nacionalismo catalán desde las diputaciones castellanas que presentaron el  “Mensaje de Castilla”,  haciendo un llamamiento al boicot de productos catalanes. Una  gran manifestación de más de cien mil personas en Madrid y el rechazo del proyecto inicial para la autonomía catalana en el debate del estatuto en las Cortes cambiaron las pretensiones pro-estatuto de Cataluña por reivindicaciones mucho más nacionalistas. Un nuevo proyecto redactado por la comisión recortaba muchas pretensiones y algunas de las competencias que ya tenían: “Nadie puede elegir madre, ni hermanos, ni casa paterna, ni pueblo natal, ni patria”. Se retiraron todos los diputados catalanes.

Los nacionalistas vascos, encabezados por el PNV (Comunión Nacionalista Vasca desde 1916) apoyaron abiertamente la campaña catalana ya que conectaban con las mismas aspiraciones políticas. El proyecto vasco también fue llevado a las Cortes y de igual manera rechazado. Se produjeron graves altercados en la Asamblea de los Ayuntamientos de Vizcaya que acabaron con la destitución de alcaldes como el de Bilbao.

Valencia también crea su declaración, la Unión Valencianista Regional fue su impulsora. Los puntos iniciales indicaban: una lengua valenciana propia, la existencia de una modalidad racial valenciana, de una continuidad histórica común y de unas condiciones económicas compartidas. Habla de un Estado Valenciano dentro de una Federación Española o Ibérica que, al igual que las reivindicaciones de Aragón, en ningún momento se asignan el título de nación, país o reino, en contraposición a los nacionalismos vasco, catalán o andaluz.

Andalucía también hizo sus méritos en estas campañas regionalistas influenciada por los ecos de la Revolución Rusa y con la que nos extenderemos un poco al tratarse de la región donde nos encontramos.

La Asamblea de Ronda se convocó para asumir y llevar a cabo el proyecto conocido como “Constitución de Antequera” de 1883 que promovía un despliegue del movimiento andalucista. Se reclamaba la autonomía de la “Patria Andaluza”. Esta asamblea supuso la primera piedra política del proceso estatutario andaluz. En ella se discutieron puntos relacionados con la identidad y la organización del Estado. Como principal, proclamar la realidad de Andalucía como patria viva y el reconocimiento de la personalidad natural de sus poblaciones. En cuanto a las facultades del Estado, serían las Relaciones Internacionales y de Comercio, Moneda, Comunicaciones, Obras Públicas, Instrucción, Sanidad, Beneficencia y Policía. Independencia del Poder Judicial federal a cargo del Tribunal Supremo, la supresión del Ministerio de Instrucción Pública y una Ley electoral federal. Deberían crearse Servicios autónomos de Instrucción, Agricultura, Obras Públicas y Caja especial de Hacienda. Atraer a Portugal a una Federación Ibérica con la abolición de fronteras aduaneras, unidad monetaria y validez de estudios. Y abrir la Ibérica a otras federaciones extranjeras, sobre todo a la Iberoamericana.

MANIFIESTO DE LA ASAMBLEA DE RONDA DE 1918

«Andaluces: Ha llegado la hora de que Andalucía, la Región que siempre fue más civilizada de España y, en ocasiones, la Nación más civilizada del mundo, despierte y se levante para salvarse a sí misma y salvar a España de la vergonzosa decadencia a que han sido arrastradas durante varios siglos por los Poderes centrales, presididos por hombres inconscientes o malvados. Es preciso concluir de una vez con la oligarquía nacional, representada por estos hombres. Hay que fortalecer la vitalidad de las Regiones y Municipios, reconociéndoles los fueros que a ellos corresponden por naturaleza, como fuentes de vida y prosperidad nacional. Hay que fomentar por el mutuo conocimiento, por la solidaridad ante los intereses propios de cada Región o Municipio, los lazos afectivos y de hermandad entre ellos, hoy aflojados por la arbitrariedad centralista, que oprime a los unos y a los otros suscita entre ellos recelos y rebeldías, con evidente peligro de la unidad de la Patria española. A nosotros corresponde fortalecer Andalucía y los Municipios andaluces, unificando su fuerza para intimar con ella, como hace Cataluña, a los Poderes centrales, a fin de obtener de éstos lo que de grado no otorgan: instituciones de enseñanza, caminos, canales y reivindicaciones económicas y financieras debidas a la vida de nuestra región. La dignidad de los andaluces exige la creación en Andalucía de un pueblo consciente y capacitado; exige el concluir de una vez, sea como sea, con los caciques y sus protectores los oligarcas; hay que evitar continúe siendo Andalucía el país del hambre y de la incultura; “la tierra más alegre de los hombres más tristes del mundo”. Tenemos que tomar la tierra de aquellos que no la cultivan, para entregarla a los que deseen trabajarla, evitando con esto la espantosa emigración. Tenemos que educar urgentemente una generación de adultos, una generación de padres que concluyan en sus hijos las generaciones de analfabetos; tenemos que comunicar con carreteras a todos los pueblos de la Región; que fomentar el crédito industrial y rural; que regar nuestra tierra; que explotar nuestra riqueza minera; que poblar bosques, y que crear en todos los pueblos o comarcas instituciones de enseñanza técnica y práctica ordenadas al florecimiento de la Cultura, de las Artes, de la Industria, de la Agricultura y de la Minería.»

Estas fueron las primeras declaraciones de intenciones del Andalucismo que culminaron en la Asamblea de Córdoba el primero de enero de 1919. El manifiesto consagra el nacionalismo andaluz entre una convulsa sociedad española. No lo reproducimos completo por lo extenso del documento, pero podemos extraer algunas frases que hoy día nos resultan un tanto chocantes y al mismo tiempo, familiares.

“Ved que la España uniformista nació muerta porque se fundó sobre la negación de los jugos vitales privativos de las nacionalidades hispanas, que constituyeron el alma potente de la España federada.”

“Andaluces de todos los campos y partidos: Venid a esta labor, los hombres de ideas más opuestas, unidos por el ideal de una Andalucía grande y redimida.”

“Campesinos andaluces: Sois los conductores de la Andalucía pura, en las ciudades se vino a mezclar su sangre con la de extraña gente. Vuestra historia es la historia de Andalucía.”

“Mienten quienes digan que Andalucía ríe. La risa de Andalucía es la mueca del genio enloquecido por el martirio, debilitado por el hambre; de un genio que tuvo y tiene por fondo un optimismo creador; una santa alegría de vivir, caricaturizado hoy por una larga tragedia de miseria y sufrimiento.  (…)”

“Andalucía no ríe: llora. Los españoles no lo ven; los extranjeros sí. Campesinos andaluces: El escándalo de vuestra existencia miserable ha pasado la frontera y, pregonado por escritores extranjeros, es la vergüenza más trágica de España y de Andalucía (…) Vuestra redención es la de la patria nuestra. Organizaos al requerimiento de nuestra voz. No os constituyáis en banda desorganizada, sino en ejército regular.”

“Andaluces todos: La hora ha llegado de reanudar vuestra interrumpida historia. Andalucía es Bética que produjo para la humanidad los mejores hombres de ciencia y los emperadores más humanos y filósofos; es el Andalus que salvó la civilización del mundo, creada por la primitiva Andalucía. Sed dignos de la grandeza pasada. (…) acordar las medidas de vuestra propia redención y sed el pueblo más eficiente en los Estados Unidos de España. Sea vuestro grito de combate y de victoria: ¡Por Andalucía, por España y la Humanidad!”

1919 es el año en el que se refrenda este texto. También es el año que crecen los populismos y se consagra la decadencia. La CNT pasó en tan solo ocho años de 25.000 a medio millón de afiliados. La UGT contaba con casi 200.000. Comienza una nueva era en la organización de masas, los sindicatos. En Andalucía da comienzo a una época de movilizaciones llamada el “trienio bolchevique”, constantes huelgas, ocupación de fincas… y represión. La CNT en Cataluña se hizo sindicato único abandonando su antigua estructura y las huelgas se multiplicaban. La patronal catalana presionó al gobierno para imponer mano dura. Se militarizaron los servicios y Barcelona recuperó la normalidad llenando las cárceles huelguistas. Tras la declaración del estado de guerra y otro cambio de gobierno, la CNT fue disuelta y encarcelados sus dirigentes. Se produjeron atentados anarquistas en respuesta a la violencia patronal. Las nuevas elecciones y por tanto un nuevo gobierno calmaron las aguas, pero al inicio de 1920 se abandonó la vía negociadora y otro cambio de gobierno hizo que se convocasen elecciones a finales de año. El abandono de la mano dura, la excarcelación de sindicalistas y la creación del Ministerio de Trabajo no fueron suficientes para la paz social. Los dos siguientes años se sucedieron entre atentados anarquistas de los Sindicatos Libres, el presidente del gobierno fue víctima en 1921.

Y como toda decadencia…

No mezclar el populismo, la revolución y el nacionalismo. No suele acabar bien.

Y, ¿quién dijo por esas tierras del norte que los andaluces no tienen derecho histórico a una autonomía como Cataluña?

El año 2015 fue un año de elecciones generales que no sirvieron para mucho. En 2016 hubo nuevas elecciones generales con un montón de slogans llenos de bonitas palabras: “A favor”, “Un sí por el cambio”, “La sonrisa de un país”, “Tiempo de acuerdo, tiempo de cambio​”, “Ganemos el cambio​”, “La victoria de la gente”, “El cambio no hay quien lo pare”, “Hechos X Cataluña”, “Primero Euskadi. Euskadi es lo que importa”, “Vamos a crear oportunidades”, “Su voz, tu voto”, “Sin revolución no hay cambio”, “Hacer España grande otra vez” …

Hoy tenemos un gobierno fruto de una moción de censura, en minoría parlamentaria y por circunstancias, dependiente de populistos y nacionalistos.

¿Qué pasará hasta 2020? La historia se repite.

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