El Señor de las Moscas

NORA DE CASTRO  ||  Montejaque   | EL HACHO 42

Sir William Golding escribió El Señor de las Moscas justo después del fin de la Segunda Guerra Mundial, siendo publicada a principios de la Guerra Fría. La obra refleja las profundas preocupaciones sociopolíticas de su era; Inglaterra sumida en la destrucción moral y la ruina económica padece herida tratando de enderezar el rumbo tras la devastación europea que a pesar del Plan Marshall no quedaron exentos de sufrir. En la década de los cincuenta la situación comenzaba a estabilizarse gracias a la acción del partido laborista y al despliegue financiero estadounidense, pero las restricciones habían sido tan duras que llevan al poder a los conservadores con Winston Churchill a la cabeza.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Inglaterra pierde la mayoría de sus colonias y como recurso al empeoramiento de crisis económica las incorporó a la Commonweath y tras el caos de las dos décadas anteriores la sociedad moralmente deprimida entra en una crisis de pensamiento.

La novela muestra la preocupación social por el resultado del agravamiento de la Guerra Fría entre la democracia liberal y el comunismo totalitario. La corriente de pensamiento dominante era el realismo, con una premisa pragmática; la cooperación internacional y el establecimiento de una red diplomática por necesidad efectiva que, aunque desde una perspectiva general afianzaba cada vez más las separadas posturas de bloque, internamente permitía la proliferación de canales comunicativos tanto oficiales como extraoficiales. Estos entramados herméticos fomentaron y permitieron el asentamiento de lo que actualmente identificaríamos como los cimientos de la diplomacia y la sociedad internacional.

El carácter pesimista de la obra de Golding plasma la profunda preocupación del autor en la necesidad de la civilización democrática. La crisis tanto política como económica desatada por la guerra indujo, como en los anteriores seísmos bélicos, al mundo intelectual de la posguerra en la vejación del vitalismo y promoción de una verdadera cultura del pesimismo antropológico, reflejando la visión desesperanzada de la civilización occidental despojada de los valores acomodaticios y atropellados por la destrucción de la confianza que los europeos tenían hasta entonces de su propia civilización.

Esto se ve reflejado en la obra cuando la desesperación de los niños comienza a dominarlos ante la realidad de que sin ser rescatados podrían quedarse en la isla de por vida; ante esta realidad muchos tienden a desprenderse de los valores tanto éticos como morales cayendo en el salvajismo y la violencia, ambos propios de una sociedad inmadura donde la única organización social válida radica en la imposición del más fuerte.

En la obra se muestra cómo una sociedad civil desprovista de la satisfacción de sus necesidades básicas tiende a despojarse de sus valores morales en pos de la
seguridad y la supervivencia, afianzando los instintos más básicos y destruyendo así el axioma de la civilización como seres sociales destinados de manera natural al establecimiento de un orden que atienda a la lógica y la razón en beneficio de la supervivencia, a pesar de discernir que en ella se hallase el modo más factible de progreso. La sociedad entonces degenera en un sistema de actores anárquicos a pesar de su organización jerárquica interna, desatando un estado de guerra permanente donde la lucha por el poder lleva a la destrucción tanto del disidente como del oponente bajo la premisa de la supervivencia a pesar de provocar un conflicto perpetuo.

Ralph es considerado como el personaje más importante de la obra, encarna la sensatez, la ética y moral, la razón y la disciplina, ejerciendo el papel propio de la idealización apolínea de la conciencia moralista llevando a cabo labores organizativas representativas de las civilizaciones avanzadas, como el establecimiento unas normas de comportamiento.

Jack es lo contrario a Ralph: cruel, soberbio, egoísta, insensato y pretencioso. A pesar de tener una personalidad de alfa, al igual que Ralph, difieren en los valores tanto éticos como morales. En un principio Jack respeta las decisiones tomadas por Ralph ya que ostentaba el poder electo de su grupo y a medida que la insatisfacción con el liderazgo se extiende éste ve la oportunidad de di vi di rl os y crear su propi a banda desafiando a Ralph y provocando el colapso del grupo.

Jack, al contrario que su heterónimo, percibe la situación como idílica ya que carecen de doctrinas impuestas y de normas que acatar al carecer de autoridades sociales (padres, profesores…)

Piggy es uno de los integrantes del grupo de Ralph y supone el eje moral de la obra. En la novela encarna el pensamiento liberal, aunque ello le costó la vida. A partir de su muerte y la destrucción de la caracola -símbolo de ley y orden- la razón y la civilización desaparecen del resto de los jóvenes.

El estudio del Señor de las Moscas a finales del siglo XX y principios del XXI ha sido definido por los críticos de la época como una expresión literaria de la ideología de la Guerra Fría y no como una alegoría del mal humano. Esta contextualización, a pesar de ser inexacta al verdadero trasfondo de la obra, también debe ser percibido consciente al prisma teórico de la época donde la obra ha servido al adoctrinamiento académico, posicionando como tema central la Guerra Fría y la posición anglosajona ante la coyuntura, valiendo de literatura pedagógica y usada para fortalecer la ideología e identidad de bloque.

La obra enfrenta corrientes de pensamientos distintos ante la misma situación; la supervivencia. Por un lado, nos encontramos con Ralph y Piggy que representan una filosofía ética más cercana a Rousseau y al liberalismo, quien sostenía que el hombre era bueno por naturaleza y que era la sociedad quién lo corrompía, concibiendo la democracia como el gobierno del pueblo, libres e iguales pudiendo manifestar su voluntad para llegar a un acuerdo común; contrato social. Este pensamiento corresponde a la actual ideología idílica internacional predominante desde el final de la II Guerra Mundial cuando los estados comprobaron que en un marco anárquico es muy complicado establecer un escenario pacífico de desarrollo y cooperación, conceptos que hoy entendemos como intrínsecos del orden internacional. Por otro lado, nos encontramos con Jack quien con el tiempo lidera al grupo disidente, partidario de la férrea protección de la satisfacción de las necesidades básicas, ejemplificando la anarquía de estados bajo un mando dictatorial y autoritario basado en el militarismo y suponiendo un peligro inherente al orden político establecido previamente por Ralph, una perspectiva correspondiente al pensamiento previo a la creación de la Sociedad de Nacionales y más cercano a la filosofía realista de Hobbes o Maquiavelo quienes sostenían que el hombre es el autor de l os mal es terrenales y que sin una autoridad dispuesta a la toma de cualquier decisión ya sea moral o amoral por la protección del bien común el poder carece de eficiencia, desembocando en el desprestigio del mandatario y la pérdida de poder practico sobre su pueblo, lo que puede provocar, además del caos, su destitución.

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