Mi primera Navidad en Montejaque

PAUL WHITELOCK  ||  Montejaque   | EL HACHO 43

Mi primera Navidad en Montejaque la pasé con mi novia alemana Rita (ahora mi esposa de 11 años) y sus dos hijos, Johannes y Jonathan, que estaban de visita durante el período festivo. ¡Una noche sufrimos un verdadero choque lingüístico!

Cuando los dos “hijastros” y yo salimos a tomar una cerveza en el pueblo, nos sorprendió terminar en un bar en la plaza del pueblo donde todos los presentes sabían hablar alemán.

Cuando llegamos al bar, hablando en alemán, la dueña nos saludó en un alemán fluido. Ani, junta con su esposo Antonio, ambos de Montejaque, habían emigrado a Knittlingen, en el sur de Alemania, con sus dos hijos pequeños, para trabajar allí como parte del Gastarbeiterprogramm, el programa que ofrecía empleos a extranjeros para ayudar a reconstruir la economía alemana en los años posguerra.
Los niños, Diego y Juan, se criaron allí y fueron a la escuela en esa ciudad suaba, ahora la ciudad hermanada oficial de Montejaque, y son naturalmente bilingües.
Cuando la familia regresó a su pueblo natal, Antonio y Ani se hicieron cargo del Bar El Rincón, mientras que Juan tiene su propia empresa de construcción en Montejaque y Diego trabaja con turistas alemanes en Málaga.
¡Otra cosa sorprendente que descubrimos fue que Juan y mi hijastro Jonathan fueron al mismo instituto en Knittlingen!
Volviendo a esa noche de 2008… de repente, una viejecita que nos había escuchado dijo: “Ich sprechen Deutsch. Ich Putzfrau Knittlingen. Mein Sohn sprechen Deutsch auch. Er kommen jetzt. Er arbeiten an der Küste. Er sprechen gut Deutsch”.
Esta señora, María, había sido limpiadora en Knittlingen durante muchos años. Su alemán no era muy bueno, Dios la bendiga, pero al menos podía comunicarse. Nos había dicho que su hijo, que debía llegar pronto de su trabajo en la costa, también hablaba alemán.
Con eso, entró su hijo, también llamado Juan, y rápidamente empezamos una conversación – en alemán, por supuesto. A diferencia de su madre, su alemán era perfecto; de hecho, nos dijeron más tarde, ¡es mejor que su español! Pero bueno, nació, se crio y se educó allí, así que es comprensible.
A medida que avanzaba la noche, nuestra conversación se puso más fluida a medida que fluía la cerveza. Allí estábamos: seis españoles, dos alemanes y un inglés en un pequeño bar en un pequeño pueblo de montaña de Andalucía, todos hablando alemán. Algo que nunca olvidaré.
¡Feliz Navidad! ¡Frohe Weihnachten!

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