Y Después del Confinamiento, Qué…?
DRA. MILAGROS ALONSO
ENFERMERA LOLA VALLE || Montejaque | EL HACHO 40
Nunca habíamos vivido una situación similar. Nos hemos tenido que acomodar a un tipo de vida que no concuerda con nuestra forma de ser.
Somos un pueblo mediterráneo: el sol y el aire libre marca nuestro ritmo de vida. No aguantamos mucho tiempo en casa; necesitamos el contacto con los demás, los saludos, los besos, los abrazos, los corrillos donde hablar reír y compartir. Sentarnos juntos a tomar un refresco. Festejar los bautizos, las comuniones, las bodas o un simple fin de semana….
Todo éso nos lo arrebataron de la noche a la mañana: nos separaron de nuestros familiares y nos confinaron en casa “por nuestro bien”…. Sólo serían dos semanas apenas, un mes, quizás.
Pero empezaron a multiplicarse los contagios, los Hospitales y las Urgencias se saturaron, las UCIs no daban abasto y empezaron a subir la cifras de fallecidos en la pantalla de la televisión. Primero por decenas, por cientos, por miles… cifras, muchas cifras. Apenas hemos visto unos cuanto féretros (no es cosa de alimentar el morbo).
Cuántas familias rotas: cuántos padres, esposos, hermanos, hijos…. han muerto en la frialdad de una cama de hospital, en la soledad de una habitación, sin un familiar al lado. Cementerios desbordados sin dolientes que acompañen al finado.
La televisión es la ventana por la que nos hemos asomado día tras día a este HORROR, tan cercano y a la vez tan distante.
Nos sentíamos a salvo en nuestro pequeño reducto, en nuestro pueblo donde el invasor no llegó a entrar.
Todos nos hemos felicitado por lo bien que guardamos el confinamiento: las calles vacías, el silencio impregnaba el aire de tristeza. Ese silencio que se rompía a las 8 de la tarde para aplaudir y reconocer la labor de los Sanitarios que se estaban dejando la piel, la salud y, muchos, demasiados, hasta la vida, en esta guerra contra el invasor en ciudades y pueblos que no habían tenido tanta suerte como el nuestro.
Los mismo Sanitarios que demandaban equipos de protección; los mismos que ya no piden más aplausos sino más inversión en la Sanidad Pública y más sanitarios que cuiden a nuestros mayores, primeras víctimas de esta guerra. Los mismos Sanitarios que no esperan premios con nombres de princesas, sino que nos piden, nos claman, nos exigen, que NO BAJEMOS LA GUARDIA, que el invasor sigue agazapado, esperando a que nos confiemos para volver a atacar.
Esta guerra aún no está ganada. Vivimos una tregua que no sabemos cuánto va a durar: meses, un año, dos….. Se encontrará un tratamiento o una vacuna eficaz?. En eso estamos.
Ya podemos salir a la calle, ir a comprar, al bar, al restaurante, a la playa, hacer deporte… ¿Como siempre? NO !!!
Esos Sanitarios que hemos visto en la televisión enfundados en monos de plástico de los pies a la cabeza, con mascarillas, con gafas, con pantallas, durante jornadas interminables, sudando, con el miedo de contagiarse y contagiar, sólo nos piden a gritos una cosa: que nos protejamos y que protejamos a nuestros padres, esposos, hijos, amigos, vecinos…
NO HAY EXCUSA POSIBLE PARA NO LLEVAR LA MASCARILLA, por mucho que nos agobie, ni es tan difícil mantener la distancia de seguridad de 2 metros y extremar las medidas de higiene.
Si queremos honrar a los miles de personas que han caído víctimas de esta enfermedad, a los miles de enfermos que han salido de las UCIs y de los Hospitales (curados, pero muchos con secuelas); si queremos reconocer y aplaudir el trabajo de los Sanitarios, éste es su mejor PREMIO:
Cumplan las siguientes Normas de Prevención:
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